Ya había temblado cuando entró en la carrera; esta vez, Caroline García terminó cediendo. Frente a Anna Blinkova (56ᵉ), que ya la había derrotado en tres sets en la misma fase del torneo y en la misma cancha hace cuatro años, la cabeza de serie número 5 volvió a perder (4-6, 6-3, 7- 5) en la segunda ronda de Roland-Garros, miércoles 31 de mayo.

La historia, sin embargo, parecía destinada a no repetirse. Aclamada nada más entrar a la cancha, la francesa se mostró incisiva y logró el quiebre desde el 3ᵉ juego del partido. Sólida e imperturbable, mantuvo su ventaja durante todo el parcial, que concluyó con un ace.

En un ambiente de buen humor, con muchos “¡Caro! ¡Villancico! » Lanzada desde la grada y con una fanfarria que puntuaba los cambios de lado, la lionesa siguió en su origen y suprimió el servicio de su rival en el arranque del segundo set. Entonces el viento gira.

“Las cosas se atascaron un poco, me puse tenso. En el primer set, hice todo lo posible en mis elecciones, en mis strikes, analizó al interesado tras el partido. Después, comencé a ser pasivo. Cuando soy más de esperar y ver, me resulta más difícil leer el juego y moverme. Luché por salir de él y cuando lo hice fue demasiado intermitente. »

La poderosa rusa, que hasta ahora había sufrido ataques adversos, supo imponer su ritmo, empujando a Caroline García a forzar sus tiros y multiplicando los errores no forzados. La francesa intenta repetirse en el tercer set, pero es la reciente finalista en Estrasburgo (la semana pasada) la que rompe primero y parece que va directo a la victoria.

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Eso sin contar el estallido de orgullo del “local”, empujado por los 15.000 espectadores en la cancha central. Caroline García borró tres primeros puntos de partido gracias a tres tiros ganadores antes de romper. Al servir para el partido, por segunda vez, en el 6-5, el ruso volvió a asustarse. Al final del suspense, tras dos horas cincuenta y un minutos de partido y su noveno punto de partido: acabó ganando.

Una temporada 2023 decepcionante

Aunque la cabeza de serie número 5 y la mejor oportunidad francesa (combinando hombres y mujeres), la francesa no había llegado a Roland-Garros con el mejor humor, habiendo ganado solo tres partidos en tres torneos en la superficie ocre. Pero ella quería ser optimista. En particular, por el regreso de su entrenador, Bertrand Perret. «Él entiende muy bien mi estilo de juego. Es muy abierto en la forma en que me entrena. (…) Tengo que estar cómodo con mi entrenador y este es el caso de Bertrand. Es importante, porque afecta mi juego»., había detallado, el 26 de mayo, pocos días antes del inicio del torneo.

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