CARTA DESDE BRUSELAS
Conocido durante un reportaje sobre la cocaína que se vierte a raudales continuos sobre Amberes, Theo -es un nombre prestado- no tiene, sostiene, mucho que decir. Sin embargo, tuvo algunos encontronazos con la justicia durante una investigación que, en 2020, había implicado a un exgendarme y a un promotor inmobiliario, sospechosos de haber organizado la importación de 11,5 toneladas de coque. Théo tampoco niega conocer a algunos actores de un tráfico que transformó la ciudad flamenca en encrucijada de la distribución de droga en Europa, bajo el control de Mocro, la mafia marroquí de la droga.
Pero, frente a una Bolleke, una cerveza ámbar local, Theo se escabulle y prefiere hablar de otra cosa con el periodista un tanto curioso. De su reconversión en hincha, hincha acérrimo del Royal Antwerp Football Club, llamado Antwerp o Great Old, el club belga más antiguo, fue fundado en 1880. Hooligan, ¿él? El joven sonríe: ” Evidencia ! »reconociendo navegar entre las hinchadas más extremas de este club, propiedad desde 2017 de un magnate inmobiliario que le ha inyectado al menos 70 millones de euros, con la esperanza de que recupere un título nacional, sesenta y seis años después de su última coronación.
“Hooligan, sí, pero no solo. ¿Conoces la lucha libre? », continúa Theo, riendo. Captando también el interés de la mesa de al lado, donde cree reconocer a un policía, deja caer dos toneladas para relatar esta práctica que, en 2021, había llevado a 66 vándalos a un juzgado de la ciudad. Un juicio que obviamente no fue noticia y que, según admite nuestro testigo, no puso fin a estas batallas campales de nuevo tipo. Solo los hizo aún más discretos, los participantes habían aprendido a intercambiar en redes de mensajería encriptada. Historia para evitar, por supuesto, cualquier presencia policial y cualquier testigo.
“Por lo general, nos damos un abrazo, contamos los dientes rotos y abrimos una lata de cerveza. » Theo, gamberro de Amberes
El principio ? “Peleas libres”, que tienen lugar en Flandes y Holanda, en aparcamientos o en el bosque. Se fija una reunión entre dos equipos contrarios, generalmente integrados por una treintena de participantes, que acuerdan el nombramiento de un árbitro. Palos u otras armas prohibidas, guantes de boxeo permitidos. Los integrantes de cada grupo visten la misma camiseta y no les queda de otra que hacer daño a sus contrincantes. Cuando uno de ellos cae al suelo, se declara K.-O. y ya no puede ser golpeado. “Sí, bueno, eso es lo que dicen las reglas…”se ríe Teo.
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