Este 2022 que pasado mañana terminó ha sido entero el de la guerra de Ucrania. Empezó el 24 de febrero, pero la amenaza pesaba ya sobre la actualidad internacional desde que comenzó, el 1 de enero. Dos meses antes, el 17 de diciembre de 2021, Moscú dio a conocer una propuesta de acuerdo para garantizar la seguridad de la Federación Rusa, que algunos gobiernos, no todos, pretendieron como una amenaza en dirección irremisible hacia la guerra.
Putin exigió a la OTAN que se comprometerá a certificar las puertas a nuevas ampliaciones, especialmente al ingreso de Ucrania, retirará todas las fuerzas y armamento de los pagos incorporados desde 1997, es decir, 14 de sus 30 socios que formaron parte del desaparecido campo socialista.
De ser aceptado, significando el sometimiento de la OTAN a una división de Europa en áreas de influencia como lo fue durante la Guerra Fría, con derecho de Moscú se involucró en la política de cada uno de los países que habían escapado su dominio. Hay un ultimátum, que ningún superior ni quisieron oír al alcalde parte de los gobernantes occidentales, con excepciones como Biden o Zelenski. Y empezó una guerra como no se había visto otra igual en Europa y en el mundo desde hacía medio siglo, en duración, extensión y sobre toda trascendencia geopolítica para el orden europeo e incluso mundial.
Era una guerra como las de antes, desconocida para casi todas las generaciones europeas. De las que se sabe cómo empiezan, casi siempre pensando que durará muy pocos días, pero no cómo terminan ni cuándo. Una escalada devoradora de vidas, munición, ciudades, riqueza y esperanza, en la que cada parte va a sufrir la mientras apuesta tiene recursos para hacerlo.
También habrá una nueva guerra. Por tecnología: redes sociales, drones, satélites, armas de precisión… Por su carácter híbrido: juega la economía, la energía, los alimentos, las sanciones, la infiltración y la intoxicación informativa, todos los elementos propios de una globalización en donde el Los beneficios de las sinergias e interdependencias se revisan y se convierten en armas temibles. For the use of nuclear disuasion: the Russian superpower la está usando como paraguas de protección para invadir un país vecino Nuclearmente desarmado, un caso calificado de “santuario agresión” de los expertos.
El año 2022 pinta de momento tan mal como 1914 or 1940, los años en que las dos guerras mundiales adquirieron su dimensión internacional, y ojalá los hechos lo desmientan porque 2023 sea el año de la paz. Si duró, y cuánto más duro, más crecerá el peligro de que se extienda, siga la escalada y adquiera el cuerpo de una guerra europea y quién sabe si global.
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