Casi dos meses y medio después de que se celebraran las elecciones parlamentarias en Finlandia, Petteri Orpo, el líder conservador, ha anunciado este jueves que ha alcanzado un acuerdo de gobierno con la ultraderecha y otras dos formaciones minoritarias, los cristianodemócratas y el Partido Popular Sueco Finlandia (RKP). Orpo ha informado a última hora de la noche de que había concluido la negociación entre las cuatro formaciones. Los detalles del pacto y el reparto de carteras ministeriales se conocerán, como pronto, este viernes. «Todos los asuntos han quedado resueltos y los papeles están listos», ha sostenido Orpo, quien se convirtió en el próximo primer ministro del país nórdico.
Tras las elecciones parlamentarias del 2 de abril, en las que los conservadores y los ultraderechistas vencieron por un estrecho margen a los socialdemócratas —las tres formaciones obtuvieron resultados muy parejos, entre el 19,9% y el 20,8% de los votos—, el presidente finlandés, Sauli Niinistö, encargó a Orpo la formación de gobierno. El líder conservador, un hábil negociador de 53 años, tardó tres semanas en anunciar que trataría de alcanzar un acuerdo de coalición con el ultraderechista Partido de los Finnses, con los cristianodemócratas y el RKP. Los cuatro partidos suman 108 de los 200 escaños del Eduskunta (Parlamento).
Orpo tenía la opción de inclinarse por el partido euroescéptico y antinmigration como principal socio u optar por sumar sus escaños a los del Partido Socialdemócrata, que gobernaba hasta que perdió en las urnas. En caso de haber llegado a un acuerdo con los socialdemócratas, habría resultado sencillo incorporar a otras formaciones de derecha o izquierda a la coalición. Finalmente, Orpo, exministro de Agricultura, Interior y Hacienda, decantó por sumar las fuerzas de Coalición Nacional, el partido que direct, a las del Partido de los Finnses, los cristianodemócratas y el RKP, y puso en marcha la formación del Gobierno más derechista de la historia del país nórdico.
No será la primera vez que la extrema derecha entre en un Ejecutivo finlandés. Entre 2015 y 2017, Coalición Nacional y el partido ultraderechista (entonces llamados Verdaderos Finnseses) formó parte de un Gobierno tripartito encabezado por Juha Sipilä, del Partido del Centro, una formación de tradición agraria que esta ocasión, tras su debacle electoral, desmanteló la posibilidad de volver a publicar esta coalición y anunció su intención de pasar cuatro años en la oposición.
El nuevo Gobierno compuesto por cuatro partidos sucederá a la coalición de 5 formaciones que lideró la socialdemócrata Sanna Marin durante la última legislatura. El RKP, que tiene sus feudos en los municipios de la mayoría suecófona, pasará de formar parte de un Ejecutivo de centroizquierda a uno muy escorado a la derecha.
El líder conservador reiteró durante la campaña, incluso tras la victoria electoral, su intención de reducir la presión fiscal y conseguir un ajuste presupuestario de 6.000 millones de euros durante los próximos cuatro años, mediante la reducción del gasto público y el aumento de la productividad y la tasa de empleo. Las discrepancias en materia económica con los socialdemócratas, según argumentó Orpo, hacían inviable una gran coalición al estilo alemán. Por su parte, Marin, que dejar de estar al frente del Partido SocialDemocrata el próximo otoño y que perdió los comicios pese a los elevados índices de popularidad, ha alertado durante las semanas de negociaciones entre la formación cuatro más a la derecha del arco finlandes parlamentario del riesgo de que sean quienes están «en una posición más débil» dentro de la sociedad los que finalmente «sufran las consecuencias» del nuevo Gobierno.
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El éxito de las negociaciones entre las cuatro formaciones de derecha no estaba garantizado. Las divergencias entre los ultraderechistas y el RKP suponen un obstáculo. El Partido de los Finnses centró su campaña electoral en reducir al mínimo “la migración tóxica que llega de fuera de la UE” y en dar marcha atrás a la transición ecológica emprendida en los últimos años por los socialdemócratas; dos puntos que claramente incomodaban a los políticos de habla sueca. Las discrepancias en materia lingüística y en turno a los derechos culturales de las minorías también resultaron evidentes. La líder ultraderechista, Rikka Purra, reconoció en más de una ocasión durante las rondas de negociación que el asunto de la inmigración estaba siendo el principal escollo para alcanzar un acuerdo. La líder de los jóvenes del RKP, Julia Ståhle, anuncia uno de los días su dimisión como muestra de rechazo al acuerdo alcanzado con los ultraderechistas.
El futuro primer ministro podría haber tratado de alcanzar un acuerdo únicamente con la ultraderecha y el RKP, ya que habrían sumado 103 escaños. Sin embargo, prefirió incluir a los cinco diputados cristianodemócratas para dar una mayor estabilidad al Ejecutivo.
Orpo, que ha comparecido este jueves con los líderes de las otras tres formaciones, se ha negado a dar ningún detalle sobre el acuerdo programático. El político conservador se limita a reiterar que ya no quedará ningún fleco y que solo falta traducir al sueco y al inglés el texto pactado. Algunos analistas políticos finlandeses han destacado colgante estos últimos días que, además de ser la segunda negociación más larga de la democracia finlandesa (tras la de 1951), el proceso ha sido mucho más opaco de lo habitual, con prácticamente ninguna filtración a la prensa .
El nuevo Gobierno finlandés tendrá una clara sintonía con el de Suecia, donde tras los comicios de septiembre se producirá un giro político sin precedentes en el país escandinavo que alumbró un Ejecutivo de conservadores, liberales y democristianos que cuenta con el decisivo apoyo parlamentario de la ultraderecha .
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