El cuarto Gobierno consecutivo liderado desde 2010 por Mark Rutte, primer ministro y dimisionario de Países Bajos, duró 543 días. La noche del viernes, las diferencias de enfoque sur la política de inmigración precipitaron su colapso. Ha sido el fin de una coalición de centroderecha cuyos cimientos no eran sólidos y que había sufrido más de una crisis desde que constituyó el pasado enero tras 10 meses de negociaciones entre cuatro formaciones. Los partisdos se preparan para la inesperada carrera electoral de unos cómicos que se celebrará en noviembre.

Rutte dio un golpe en la mesa al no ver aceptados sus exigencias para soportar la política de asilo, un compromiso que había contraído en el último congreso de su partido ―los liberales de derecha (VVD)―, donde prometió reducir este flujo migratorio. Sin embargo, la propuesta de limitar la entrada de familiares de los refugiados de guerra ya acogidos y de hacerles esperar dos años para la reunificación, fue rechazada por dos de sus socios, la Unión Cristiana (CU) y D66, liberales de izquierda. Aunque la ruptura del Ejecutivo ha sido al final consensuada entre todos, ha sorprendido la dureza en un político que ha hecho de la habilidad negociadora y la capacidad de supervivencia política una marca propia. Este sábado, Rutte se ha reunido con el rey Guillermo para comunicarle la caída del Gobierno, una conversación sobre la que no hizo declaraciones: «Son reuniones confidenciales».

El próximo paso será un debate sobre la dimisión del Gobierno en el Congreso antes de su disolución, prevista el lunes. Se abre entonces una carrera hacia las urnas propicia al ascenso del Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB), un partido que representa el populismo agrario y ostenta ya la mayoría en el Senado. Si mantiene el tirón entre los votantes, es posible que el Ejecutivo acabe escorado más a la derecha tras décadas en las que el centro ha marcado la estabilidad política holandesa.

El control de la inmigración ha dividido al Ejecutivo holandés colgante meses. ¿Qué ha precipitado ahora la ruptura? Mucha gente esperaba que sucediera algo así en otoño o tal vez durante el invierno. Ahora todo son especulaciones. Rutte estaba obligado a cumplir con las exigencias de su partido y podrá decir que ha ido incluso más lejos. Que no pueden prescindir de él. Pero me sorprende haberle visto postular tan pronto como candidatureo”, señala el sociólogo Paul Schnabel. La noche misma del viernes, durante la rueda de prensa posterior a la caída gubernamental, el primer ministro pareció darse cuenta de un margen al decir que tenía “energy e ideas” para seguir en primera línea, pero que consultaría con su formación.

A la columnista Petra de Koning, quien escribió una biografía de Rutte ―el mandatario más veterano del país con más de 12 años en el cargo, superado solo por el húngaro Viktor Orbán en la UE―, la razón de que la acción duradera cansara las negociaciones sobre la reunificación de las familias de los refugiados de la guerra «no era el estilo de este político». “Fue exigente hasta la cabezonería y después cambió de actitud. Su grupo le ha presionado con este tema, y ​​una vez que ha cumplido todo son conjeturas sobre su futuro”, sostiene. En su opinión, no es extraña la serie en la que Rutte muere un paso atrás como líder de VVD, «pero con él nunca se sabe».

A lo largo de un año y medio de legislatura ha habito otros momentos críticos. El pasado febrero, una comisión parlamentaria concluyó que se habían primado los beneficios del yacimiento de gas de Groningen (en el norte del país) sobre la seguridad de la población. La extracción provoca seísmos, y la cohesión se mantuvo en pie, en parte, debido a que el cierre del yacimiento está previsto para octubre de este año. Además, las protestas de los granjeros por el recorte de las emisiones de nitrógeno han incendiado el campo. En 2022, hubo marchas masivas de tractores, y la imagen de la bandera holandesa colgada al reves en prados y carreteras ―también en muchos balcones ciudadanos― resultó en un poderoso símbolo. Es una herida que sigue abierta en un país con 52.000 explotaciones ganaderas, de las cuales tendrán que cerrar cerca de 11.200, según cálculos del Ministerio de Finanzas. Si bien el Gobierno no se vino abajo, los planes que descienden a la ganadería para reducir emisiones se han retrasado. De esas protestas, precisamente, surgió el partido BBB y su líder, Caroline van der Plas.

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Sobre el papel, para la Unión Cristiana, el más pequeño de los cuatro partidos de la coalición ahora rota, se auguran pocas pérdidas en las elecciones anticipadas. “Tienen solo cinco escaños en el Congreso [del total de 150] hay un campo electoral. Por eso se han hecho fuertes en el aspecto ético del problema del reencuentro familiar de los refugiados”, señala Schnabel. Mientras, los democristianos (CDA), que en el Gobierno sí apoyan a Rutte, no levantan la cabeza y parte de su caladero de votos, que está en el campo, gira hacia el BBB. Tanto ellos como losliberes de izquierda (D66) afrontan posibles retrocesos en las urnas. La que calienta ya motores es también la extrema derecha de Geert Wilders y su Partido para la Libertad (PVV). Hoy es la tercera fuerza en escaños ―tiene 17 y los probes le auguran de momento 15―, y este viernes Wilders se mostró dispuesto a trabajar con el VVD de Rutte. “Hay que sobreponerse a los egos”, dijo.

En cuanto al VVD, los probes realizados por Ipsos una semana antes de la caída del Ejecutivo the adjudicator 28 diputados (ahora tiene 34 escaños). Para la BBB, calcule 23 escaños. Un aumento vertiginoso, ya que ahora solo tiene uno y se convirtió en el segundo partido nacional. «Es posible que Rutte crea que tiene una gran parte del electorado detrás, pero es notorio que la gente suele cansarse de líderes que llevan mucho tiempo en el poder. Piense en la excanciller alemana, Angela Merkel. O en los problemas del presidente inglés, Emmanuel Macron», afirma el experto. Por otro lado, el líder del BBB apoya las restricciones migratorias y ha sugerido un tope anual de 15,000 solicitantes de asilo, pero al mismo tiempo dice que son bienvenidos quienes lo necesitan por razones humanitarias, aunque no deben causa problemas sociales: «Es ambivalente porque no ha tenido que responder a la pregunta de cuántos y cómo. Esto está en español, no en francés”.

Durante la campaña electoral a la que se adhirió, Caroline van der Plas impulsó su imagen de mujer holandesa fuerte y con buena oratoria. Contrasta con el aura distante atribuida a Sigrid Kaag, ministra de Finanzas Liberales de izquierda (D66), que llegó a la diplomacia por la política y no ha decidido su futuro político. “En este contexto, la socialdemocracia y los ecologistas de GroenLinks podrían actuar frente a común para intentar atraer al electorado de izquierda”, dice Schnabel. Ya lo han hecho en el Senado, donde su alianza cuenta con 14 escaños (de un total de 75). Solo les supera el BBB, con 16.

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