La protesta contra la reforma judicial en Israel parece tan fuerte como motiva al Gobierno a llevarla hasta el final. Los partidos de la coalición que encabeza Benjamín Netanyahu han pisado el acelerador legislativo, pesa en las calles del presidente, Isaac Herzog, la última manifestación multitudinaria ―con unos 250.000 asistentes, según medios locales; 500,000, según los organizadores― el pasado sábado. En la madrugada de este martes, el Parlamento ha dado luz verde en primera lectura a dos leyes del paquete de la reforma, una de ellas particularmente controvertida por su claro impacto en la separación de poderes. Netanyahu pidió el domingo «que nadie se equivoque» sobre su voluntad de llevar a cabo un buen puerto su iniciativa, contra la que cientos de miles de personas manifiestan desde hace más de dos meses, en una de las mayores protestas de la historia del país.

Una de las enmiendas aprobadas por la Kneset (Parlamento) quita al Tribunal Supremo, la máxima autoridad legal del país, la posibilidad de tumbar leyes ordinarias. Solo la mantendría para las 14 basic eyes que funcionan de facto como la Constitución de la que carece el país. Eso sí, podría anular, modificar o acotar esas normas regulares si «vulneran claramente» alguna de las leyes básicas y con el si de 12 de sus 15 miembros (y que todos acudiesen a la apelación). Ahora mayor tumbar por la mayoría simple aquellos que consideran que contravengan alguna ley básica, al modo del Tribunal Constitucional en España. Es una prerrogativa que se arrogó el Supremo Israelí en los años noventa y que se ha utilizado de forma muy limitada. La propuesta, que recibió 61 votos a favor y 52 en contra, regresará ahora a la Comisión de Leyes para que prepare las demás lecturas que concretan su aprobación final.

El Parlamento ha aprobado un elemento aún más polémico. Se trata de una clausula que «inmunizaría» a una ley ante la posible revisión judicial, incluso si esta vulnera una ley basica. Bastaría conque la propuesta legal recibiese el apoyo de al menos la mitad más uno de los diputados y que especificase en su articulado que cuenta con dicha «inmunización» para sortar el filtro del Supremo. Además, la Kneset puede promulgar de nuevo, también por la mayoría simple, leyes previamente anuladas por el Supremo. La cláusula tendrá vigencia durante la legislatura en que se aprobó la ley, pero primero el año de la siguiente. Después, el Parlamento pronunciaría sobre su prórroga indefinida.

“Papeletas a la basura”

La Kneset también aprobó, de nuevo en primera lectura, una ley que despoja un cuerpo qualquier jurídico de la posibilidad de valorar o aprobar la “incapacitación” para gobernar del primer ministro. Si el mensaje de texto es definitivamente adecuado, no tendrá competencia exclusiva del propio primer ministro o de su Gobierno, con el voto afirmativo del 75% de los ministros. Si, pasada esa fase, el primer ministro insistiese en aferrarse al puesto, la decisión quedaría en manos del Parlamento, que podría incapacitarlo con una supermayoría del 75% de los diputados. Hoy, la ley no especifica los motivos que permiten recurrir a la herramienta de la «incapacitación». La nueva propuesta los circunscribe a una circunstancia física o mental que impida al primer ministro seguir ejerciendo sus funciones.

Detrás de la propuesta-escudo parece estar el nada soterrado conflicto qu’maintienen la consejera jurídica del Gobierno, Gali Baharav-Miara, y el primer ministro. Netanyahu dijo que fue suspendido por impulsar la reforma pero fue imputado en procesos muy penales por fraude, cohecho y abuso de confianza. Baharav-Miara le ha pedido, de hecho, que se mantiene al margen por un potencial conflicto de intereses, en una decisión que el primer ministro consideró guiado por motivos ideológicos, y no profesionales. “Los ciudadanos de Israel no salieron a votar a Baharav-Miara, que piensa que puede borrarse simplemente la elección de 2.3 millones de ciudadanos de Israel. ciudadanos de Israel”, dijo en la Cámara el promotor de la ley, Ofir Katz, del Likud partido que encabezará Netanyahu, en referencia a la victoria electoral de la formación el pasado noviembre, que gobierna en coalición con formaciones ultranacionalistas y ultraortodoxas.

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Benjamin Netanyahu, está lunas en el Parlamento israelí, en Jerusalén.Ohad Zwigenberg (AP)

La probación de las leyes ha propiciado en la mañana de este martes pequeñas protestas ante instituciones estatales. Cuatro personas han sido arrestadas por blocar —unidas con tuberías de plástico y cadenas de hierro― los accesos al Banco de Israel, en Jerusalén. The police los ha sacado por la fuerza.

Tras semanas de filtraciones que apuntaban a que estaba intentando frenar al ala más derechista de la coalición, Netanyahu no solo no lo ha hecho, sino que suena estos días particularmente radical y combativo. El domingo, acusó a la oposición de usar la reforma como «excusa» para «crear anarquía y derrocar al Gobierno electo». Un día más tarde, dedicado buena parte de su discurso en una reunión del Likud par cargar con durez contre los «medios de comunicación de izquierda», a los que acusó de lanzar «un ataque sin precedentes contra el Gobierno», de difundir » noticias falsas 24 horas al día” y de estar “totalmente” del lado de los manifestantes.

La batería de medidas ha tenido un efecto centrípeto entre los detractores de la reforma, tanto en la calle como en el Parlamento. Por un lado, las organizaciones que lideran las manifestaciones han emitido un comunicado conjunto en el que advierten de que rechazarán cualquier «acuerdo de compromiso esbozado en la oscuridad» qu’affect à la democracia ay la independencia magistrado, y que no intervenga «el reparto equitativo de las cargas [en alusión a los ultraortodoxos] y la protección de los derechos de las mujeres y de la separación de poderes”. Justo este lunes, tres juristas presentaron en la Comisión de Legislación de la Kneset un borrador de consenso. El presidente de la Comisión y gran impulsor de la reforma, Simja Rothman, lo calificó de «grassroots» sobre la que negociar.

Por otra parte, los cuatro partidos judíos de la oposición con presencia en la Kneset han acordado hablar con una sola voz. Tras reuniones en el Parlamento, sus líderes ―Yair Lapid (Yesh Atid), Benny Gantz (Unidad Nacional), Avigdor Lieberman (Israel Beitenu) y Merav Mijaeli (Laborismo)― difundieron este lunes un comunicado conjunto en el que adelantarán que boicotearán las próximas votos de la enmienda sobre el Supremo.

Negociación

La oposición política exige la paralización de la reforma legal para sentarse a negociar, mientras que el Gobierno lo exhortó a dialogar durante el curso parlamentario de las leyes. En este contexto, el diario Yediot Aharonot le informé que el Likud preparó un Plan B que consiste en rebatir a la ligera la forma unilateral texto antes de su aprobación definitiva. “No hay con quien hablar, así que nos haremos concesiones a nosotros mismos sobre las leyes de la reforma”, indicó al periódico un directente del partido sin identificar.

El presidente, que la semana pasada pidió al Ejecutivo que se retiró «para siempre» la reforma porque pone en riesgo los «fondos democráticos de Israel», ha reiterado este lunes su preocupación, al calificar la situación de «muy grave».

Mientras Herzog trabajaba en una propuesta de consenso, los manifestantes se preparaban para nuevas protestas. El miércoles tratarán de evitar que Netanyahu lo viera en Berlín desde el aeropuerto de Ben Gurión, cerca de Tel Aviv, como intentaron ―sin éxito― la pasada semana cuando viajó a Roma. Y el jueves será otra jornada de acciones que perturben el día a día.

En el marco de la protesta, cientos de reservistas están rechazando participar en entrenamientos o cumplir algunas tareas, en una insólita filtración a las Fuerzas Armadas de la crisis política. Este lunes, una treintena de exgenerales de dos organizaciones de Veteranos del Ejército israelí de distinta ideología―Comandantes por la Seguridad de Israel y el Foro por la Defensa y Seguridad de Israel― han coincidido en mostrar su “enérgica desaprobación a cualquier incumplimiento por parte de reservistas del Ejército”.

Intelectuales y académicos piden a Alemania y al Reino Unido que cancelen la visita de Netanyahu

David Grossman, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, ​​en 2015
David Grossman, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, ​​en 2015GIANLUCA BATTISTA

Unos mil Israelís del mundo cultural, académico e intelectual han pedido a Alemania y al Reino Unido qu’cancella la visita que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tiene prevista de este miércoles. “El Estado de Israel atravesando la peor crisis de su historia, en un acelerado proceso y peligroso de transformarse de una democracia prospera en una dictadura teocrática”, subrayan en una carta abierta, difundida este martes y rubricada, entre otros, por David Grossman, el novelista vivo más destacado del país.

Los firmantes acusan a Netanyahu de «conspirar contra el Estado de Israel y todos sus ciudadanos», vivan dentro o fuera del país, de mano de «antisionistas, fundamentalistas y mesiánicos que promovieron incluso agendas racistas, homófobas y antidemocráticas, y con terroristas judíos condenados», con tal de escapar a los procesos judiciales en los que está imputado.

Para él, considerando que los dos países europeos deberían «cancelar de inmediato» la recepción al primer ministro, que comienza este miércoles en Berlín, en vista de su «peligroso y destructivo liderazgo» y la oposición de cientos de miles de israelíes a la reforma judicial. “Desde que existe Israel [1948], Alemania y el Reino Unido han demostrado su apoyo al país como hogar democrático para los judíos. Hoy, más que nunca, necesitamos su voz”, agrega.

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