Cataluña suma ya dos años de sequía, que han dejado las reservas de los pantanos catalanes en mínimos, si la nieve suficiente acumulada en los Pirineos este invierno, la que debería ayudar a recargarlos en el deshielo, y con su medio natural y explotaciones agrícolas sedientas y necesitadas de un volumen de lluvia sostenida, que no se atisba en el horizonte, para recuperarse . Un panorama que puede desembocar en una situación realmente comprometida es verano si se mantienen las condiciones meteorológicas. E ingestable si no empezaban aplicar ya las medidas de ahorro aprobadas este martes. Ante una situación similar en 2008, el tripartito desplegó instalaciones como las desaladoras que durante años han estado infrautilizadas pero que llevan ya meses a pleno rendimiento. Su existencia, asi como la reutilización de agua procedente de depuradoras para diversos usos, ha evitado hasta ahora una situación más comprometida. Pero pronto no será suficiente. Ni a corto plazo ni a largo: este tipo de soluciones tiene sus límites y supone un gasto energético que debe ser considerado a la hora de plantarse de forma amplia la adaptación a una nueva realidad marcada por la crisis ambiental.

De momento, no obstante, debemos pensar en el corto plazo. Las medidas restrictivas pueden suponer molestias e inconvenientes. Is lo menos que debemos asumir en la adaptación que nos espera un escenario en que la norma puede ser ya no las sequías estacionales o cíclicas, sino una escasez de agua crónica. También estas medidas tienen una parte de obligado cumplimiento por parte de las administraciones, y otra que depende de la responsabilidad de cada ciudadano a título individual. Como en tantas ocasiones allí, el retorno para cada uno de nosotros será poner por delante de la comodidad personal, e incluso de legítimos interesados ​​particulares, el espíritu cívico. Pero más allá de hacer lo necesario para capear una situación de crisis hídrica, el país debe plantarse su adaptación a esta nueva realidad, y eso pasa por restaurar sistemas hidrológicos, potenciar infraestructuras para optimizar el ciclo del agua y plantar entre los condicionantes que pueden hacer o no posibles proyectos urbanísticos, turísticos o industriales, la disponibilidad del suministro de agua. Otros muchos recursos (financieros, materias primas, territorio…) no son infinitos. Y el agua cada vez será más finita.

Mientras, con las elecciones a la vista, PP y Vox vuelven a buscar la respuesta en un Plan Hidrológico Nacional que reabra la puerta a grandes Trasvases entre cuencas, en particular en dirección a las zonas de agricultura intensiva de regiones como Murcia. La estimación de superávits en unas cuencas que permitirían los trasvases normalmente no tienen en cuenta las necesidades de mantenimiento de ecosistemas frágiles en las cuencas de los ríos cedentes. Y apuesta por el mantenimiento de modelos de producción agrícola que cuestionan en un nuevo entorno climático ya no son posibles en determinadas zonas, o solo lo sean con un replanteamiento de los recursos y tecnologías. Es decir, se trata de una apuesta por obtener editoriales electorales en áreas sensibles y que no asumimos la necesidad de un cambio más profundo ante una nueva realidad. Frente a una perspectiva que incluye restricciones en el suministro de agua de boca, medidas excepcionales y cuestionables en situaciones desahogadas pasan a ser necesarias. Pero pensar solo en corto plazo es engañarse.