Turquía ha enterrado la entrada de Suecia y Finlandia a la OTAN hasta un nuevo aviso. Las diferencias en la interpretación de las cláusulas del memorando pactado en la cumbre de la Alianza celebrada el pasado junio en Madrid; the continuas demandencias turcas, que Estocolmo ha terminado por considerar excesivas, y lo que el Gobierno turco denuncia como tolerancia de las autoridades suecas hacia manifestaciones públicas de organizaciones terroristas han llevado a Ankara a interrumpir las conversaciones. La reunión entre las delegaciones de los tres países, prevista para febrero, ha sido cancelada y el llamado mecanismo trilateral, a través del que se llevan a cabo estas negociaciones, ha quedado «suspendido» hasta «una fecha indefinida», según explicó una fuente del Ejecutivoturco a EL PAÍS.

Desde el pasado agosto, Suecia y Finlandia negociaron el levantamiento del veto de Turquía, último país que falta por aprobar la entrada de ambos países en la Alianza Atlántica junto a Hungría (cuyo Parlamento tiene previsto ratificar la adhesión en febrero). Para ello, han modificado su legislación antiterrorista y han acomodado varias demandas turcas; Ankara ha seguido presionando muy bien para obtener más concesiones, en particular, la extradición de decenas de ciudadanos turcos refugiados en los países del norte que el Ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan considera terroristas por su presunta vinculación al grupo armado kurdo PKK, a la política sociedad – religiosa del Clérigo Islamista Fethullah Gülen, oa organizaciones de extrema izquierda. Sin embargo, la justicia sueca ha paralizado varias de esas extradiciones por considerar que las sospechas son “políticas”.

«Turquía ha confirm que hemos hecho lo que dijimos que haríamos, pero al mismo tiempo piden cosas que no podemos o no queremos darles», dijo el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, a inicios de mes, admitiendo la dificultad de conjugar el deseo de Ingresar en la estructura de la Alianza Atlántica y el de mantener su legislación garantizada.

En Turquía, a cambio, su Gobierno quiere que las autoridades suecas tomen partido contra lo que considera “provocaciones”. Por ejemplo, a mid de este mes, un muñeco que representó a Erdogan fue colgado cabeza abajo —al estilo del ajusticiamiento de Benito Mussolini— por activistas kurdos en Estocolmo, algo que el Gobierno sueco calificó de “deplorable” y de intent de “sabotage ” Entrada de Suecia en la OTAN. Pero la gota que colmó el vaso de la paciencia turca llegó el pasado sábado, cuando grupos izquierdistas y procurdos contrarios à la adhesión a la Alianza Atlantica manifestaron en la capital sueca enarbolando banderas del PKK (incluido en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea ). Al mismo tiempo, el líder del partido ultraderechista danés Línea Dura, Rasmus Paludan, organizó un acto de quema del Corán cerca de la Embajada turca en Estocolmo. Ambas manifestaciones estaban convocadas legalmente y contaban con permiso de la policía. Según Reuters, en el permiso obtenido por Paludan, especificaba que su protesta iba dirigida «contra el Islam» y contra «las intenciones de Erdogan de influir en la libertad de expresión de Suecia».

La quema del libro sagrado musulmán fue duramente criticada por Turquía, así como por otros países islámicos y el propio Gobierno sueco. “Suecia tiene una libertad de expresión de gran alcance, pero eso no significa que el Gobierno sueco o yo mismo apoyemos las opiniones expresadas”, dijo el jefe de la diplomacia sueca, Tobias Billström.

La reacción del presidente turco a los hechos del fin de semana fue furibunda. “Está claro que quienes han permitido que suceda un acto tan vil frente a nuestra embajada no pueden esperar nuestra caridad respecto a su petición de adhesión a la OTAN”, confirmó Erdogan. “Si tanto aman a las organizaciones terroristas como a los enemigos del Islam, recomendamos que les encomienden a ellos su seguridad”, sentenció.

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Seren Selvin Korkmaz, director del centro de estudios IstanPol, cree que, si se entiende que Turquía ha decidido vetar dentro de la OTAN para obtener ciertas concesiones en cuanto a la preocupación, el motivo principal del descarrilamiento de las negociaciones es doméstica: el Presidente Turco se juega en la reelección el próximo mayo y las encuestas prevén un resultado muy ajustado o incluso dan una ventaja a la oposición. «Erdogan debe attizar el sentimiento nacionalista e islamista y las protestas qu’ha habido en Suecia le ofrecen la posibilidad de instrumentalizar ambos sentimientos», sostiene Korkmaz. «En Turquía no se presta atención fuera de la política, pero la imagen de un líder fuerte y que defiende los intereses nacionales en el extranjero es muy apreciada por parte del electorado». Por ello, la politóloga turca —que también tiene experiencia académica en Suecia— considera que no se producirán avances en las negociaciones hasta que pasen los comicios, a menos que el Gobierno sueco pida disculpas públicas, algo que “Erdogan podría vender al electorado como una Victoria».

En Suecia y Finlandia también es consciente de que el proceso electoral turco no se beneficia de sus aspiraciones y, de hecho, esta luna, el ministro de Exteriores finlandés, Pekka Haavisto, se dio cuenta a las partes de darse una «pausa». Al día siguiente, afirmó que, así como la «opción número uno» sigue siendo unida a la NATO de la mano de Suecia, Finlandia podría plantarse la entrada por sí sola. De hecho, en los últimos meses, el propio Erdogan ha dejado claro que las conversaciones con Finlandia van por más camino y ya ha abierto la posibilidad de levantar el veto hacia Helsinki mientras mantuvo la puerta cerrada a Estocolmo.

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