Con las áridas colinas del macizo de Aspres como telón de fondo y las huertas de la llanura del Rosellón como jardín, con sus murallas y empinadas callejuelas que suben hasta su imponente iglesia románica, Bouleternère es uno de los pueblos emblemáticos del valle del Têt. Más aún a mediados de abril, cuando el municipio anunció que la cuenca que abastecía de agua potable al pueblo -así como a tres pueblos vecinos, para unas 3.000 personas en total- estaba a punto de secarse. Situadas todas a menos de treinta kilómetros de Perpiñán, las cuatro localidades encarnaron entonces brevemente la gran preocupación que atraviesa los Pirineos Orientales desde hace varios meses, la de la escasez de agua.

El departamento sufre desde hace un año una sequía tan drástica que la gestión de las represas, y cada fracción de metro cúbico de caudal en el Têt y los canales de riego, se han convertido en objeto de litigio. Asociaciones, actores económicos y autoridades coinciden al menos en dos cosas: la situación actual no tiene análogo histórico conocido y nadie sabe cómo opinar sobre la Cataluña francesa que veraneará.

“Nuestros electores no fueron tomados por sorpresadice Pascal Trafi, el alcalde de Bouleternère, ex agricultor orgánico y comandante de la gendarmería en una vida anterior. Tan pronto como vimos que ya no podíamos seguir tomando muestras de la cuenca, organizamos una reunión pública para advertirles de la situación. »

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El municipio quería evitar la ruptura total, el agua que deja de fluir en el grifo. “Tan pronto como notamos que el nivel de la capa freática no estaba más que unos centímetros por encima de la toma de agua, nos asociamos con forraje agrícola que los agricultores acordaron compartir. Actualmente se está evaluando su potabilidad. » A la espera de los resultados de los análisis, cada semana, los habitantes recogen, jueves y viernes, un paquete de seis botellas de agua de manantial por persona.

Almacenamiento de botellas de agua en el ayuntamiento de Bouleternère (Pirineos Orientales), 18 de abril de 2023. El agua del grifo del pueblo ya no es potable.
El río Boules en Bouternère (Pirineos Orientales), afluente del Têt que abastece a varios pueblos, está completamente seco.

Se está realizando un nuevo pozo y debería estar operativo en los próximos meses, según el municipio. “Sin el apoyo de la subprefectura y la agencia regional de salud, no hubiéramos podido hacer frente”, sopla el alcalde. Menos de una semana después de que Bouleternère declarara seca su cuenca, el diario local El independiente Revelador, miércoles 19 de abril, que una decena de familias del pueblo de Soler, a medio camino entre Bouleternère y Perpignan, no conectadas a la red, habían visto secar sus pozos. Algunos tuvieron que abandonar sus hogares.

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