Los animales domésticos comprenden un número de especies muy diversas, desde depredadores con garras como el gato, hasta herbívoros con pezuñas como los caballos. Pero todos tienen una característica en común: se han adaptado al ser humano y a su entorno. Como consecuencia, dependen de nosotros para sobrevivir, ya sea para que les proporcionemos alimento, un hábitat o protección contra los depredadores.

Esta proximidad con los humanos durante milenios podría haberles llevado desarrollar ciertas capacidades cognitivas particulares hacia nosotros. ¿Son capaces de reconocernos individualmente? ¿Perciben las emociones humanas? ¿Saben cuándo les prestamos atención? ¿Cómo se comunican con nosotros? Estas son las principales preguntas que la comunidad científica se está haciendo al respecto. A continuación, se detallan algunos de los experimentos más curiosos con mamíferos domésticos.

Ovejas que reconocen a Emma Watson

En los últimos años, se han llevado a cabo numerosos estudios para averiguar si son capaces de reconocernos individualmente, ya sea por la voz, el olor o la cara. Existen evidencias de que los perros pueden identificarnos por el olor, incluso distinguen a gemelos que viven en la misma casa. Caballos y gatos reconocen la voz de distintas personas y tanto los perros, como los caballos y las ovejas, saben quienes somos por nuestra cara.

En un experimento de la Universidad de Cambridge, entrenaron a ocho ovejas para que reconocieran la cara de Emma Watson y Barack Obama. Les ponían dos fotografías en blanco y negro, una de la celebridad y otra de alguien anónimo. Si andaban hacia la cara correcta, recibían una recompensa. Con un poco de práctica, las ovejas consiguieron aprender a identificar a ambos.

Podríamos pensar que los animales estaban memorizando las imágenes y no reconociendo las caras. Sin embargo, seguían caminando hacia Emma Watson incluso cuando esta tenía otro peinado y la foto estaba tomada con distintos ángulos. Esto sugiere que reconocen las caras humanas de forma holística, como nosotros. En la vida real, es poco probable que las ovejas sean fans de la actriz de Hermione, pero la cara de su pastor seguro que no se les olvida.

Caballos que huelen nuestras emociones

Investigaciones recientes indican que algunos animales pueden oler las emociones humanas. Cuando sudamos, excretamos distintas sustancias químicas, como la adrenalina, que varían según nuestro estado emocional. Ciertos animales que tienen un olfato muy sensible, como las vacas y caballos, pueden captar estas diferencias.

Por ejemplo, en un estudio recogieron sudor de varios voluntarios humanos mientras veían una película de terror y otra de dibujos animados. Seguidamente, presentaron estos sudores a veintiún caballos y midieron su reacción. Con las muestras de miedo, elevaban la cabeza vigilantes y tocaban a una persona familiar, mientras que cuando olían la felicidad, los caballos bajaban la cabeza y se mostraban relajados.

Varias especies también han demostrado percibir las emociones humanas a través de las expresiones faciales, como cabras, caballos y perros. La explicación más aceptada es que, ante nuestras emociones, los animales domésticos experimentan contagio emocional, que se considera una forma primitiva de empatía.

Cerdos que detectan quién les presta atención

A menudo, los animales domésticos dependen de los humanos para acceder a los recursos que les interesan. Por eso puede ser importante para ellos saber identificar al humano que está más predispuesto a darles lo que necesitan. Diversos estudios indican que utilizan el contacto visual como una pista determinante.

Unos científicos de la Universidad Martin-Luther de Alemania se preguntaron si los cerdos son capaces de detectar cuándo un humano les está prestando atención. Mediante un experimento, averiguaron que estos animales preferían aproximarse a un experimentador que tenía la cabeza mirando hacia ellos, frente a otro que la tenía girada. Eso sí, esta preferencia solo se daba cuando los movimientos de los cerdos eran pausados y no actuaban de manera impulsiva.

Perros que dan más importancia a nuestros gestos

Cualquiera que haya convivido el tiempo suficiente con un perro sabe que son capaces de entender nuestras palabras y gestos. Podemos entrenarles para que se sienten, se tumben o se acerquen cuando se lo pidamos. Pero ¿qué pasa si utilizamos señales contradictorias? Es decir, si hacemos el gesto de “venir” pero les decimos que se sienten. En la Universidad de Nápoles demostraron que la mayoría de los perros prefieren obedecer a los gestos, lo que sugiere que para ellos la información visual es más importante que la auditiva.

En especial, la ciencia ha estudiado detalladamente si los animales domésticos saben interpretar nuestro gesto de señalar. Se ha puesto a prueba a gatos, perros, hurones, cabras y cerdos, con resultados variados. Los perros son los que mejor entienden el gesto, mientras que a cabras y cerdos se les da peor.

Cabras que se comunican con la mirada

Los animales domésticos utilizan diversas señales para comunicarse con los humanos de los que dependen. Los gatos ronronean de manera distinta cuando quieren solicitar los mimos de su dueño; los perros modifican sus expresiones faciales cuando notan que les prestamos atención; y los caballos, perros y cabras utilizan la mirada para conseguir lo que quieren.

En la Universidad Queen Mary, de Londres, expusieron a unas cabras a una tarea imposible de resolver: bajo una caja de plástico transparente pegada al suelo, colocaron un alimento que resultaba inaccesible. Al principio las cabras intentaban levantar la caja, sin éxito. A continuación, si el experimentador estaba mirando, estas alternaban su mirada repetidamente entre la caja y experimentador, como diciendo “perdona, necesito ayuda con esto”. Este comportamiento no lo hacían si el investigador miraba para otro lado, por lo que es plausible que las cabras estuviesen realmente intentando comunicarse.

La ciencia que estudia las relaciones entre los animales domésticos y los humanos aún es muy reciente y está en sus primeras etapas. Hay animales, como los burros y conejos, de los que apenas se tiene información. A su vez, es posible que haya muchos animales salvajes que también sean capaces de reconocer nuestras caras, emociones y gestos si pasaran tiempo con los humanos, pero no los hemos estudiado debido a sus pocas interacciones con nosotros.

Y aún hay una pregunta clave que está sin resolver: ¿la domesticación es la que ha dotado a estos animales de las capacidades cognitivas relatadas o elegimos a las especies salvajes de las que proceden por poseerlas?

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