En el parto vaginal, los músculos pélvicos están sometidos a un enorme estiramiento y pueden sufrir daños, por ejemplo, desgarros. Estas lesiones pueden derivar en trastornos del suelo pélvico, como el prolapso de órganos pélvicos y la incontinencia urinaria y fecal. La opción más común para tratarlos es la rehabilitación, aunque en casos agudos se puede recurrir a la cirugía. Sin embargo, las fibras dañadas no se recuperan, cuenta Pamela Duran, bioingeniera de la Universidad de California. Ella y su equipo han creado un hidrogel a base de matriz extracelular extraída de cerdos que ha conseguido regenerar ese tejido afectado. Los resultados de la investigación, realizada en ratas, se publicaron recientemente en la revista Science Translational Medicine.

Las ratas sufren lesiones similares a las de las mujeres durante el parto. En la investigación, el equipo de Duran indujo estas heridas en los animales. A un grupo le aplicaron el hidrogel nada más ocurrir los daños y a otro, cuatro semanas después (simulando el momento de una revisión postparto), explica la autora. En el primer caso, los científicos comprobaron que ayudaba a prevenir la atrofia y la fibrosis en los músculos afectados. En el segundo, además de este efecto, observaron que se regeneraron las fibras musculares que se habían dañado, volviendo a los valores anteriores a la lesión.

El prolapso es el descenso de los órganos pélvicos por la pérdida de tensión de los ligamentos que unen el aparato genital con la pelvis ósea, explica Antonio Cano, coordinador del área de Salud de la Mujer de la Fundación INCLIVA. Es el problema más prevalente. La unidad de Suelo Pélvico del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid afirma que el 50% de mujeres mayores de 50 años “tendrá algún grado de prolapso genital”. Le sigue la incontinencia de orina, que la cifran entre el 8% y el 50%, dependiendo de la franja de edad. No dan datos concretos de la prevalencia de la incontinencia fecal, pero afirman que entre el 5% y el 7% sufrirá desgarros de esfínter anal de origen obstétrico, que puede derivar en este problema.

Irene Díez, presidenta de la sección de suelo pélvico de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), explica que es difícil establecer la prevalencia de estas afecciones porque la relación entre causa y efecto no es inmediata. “Cuando somos jóvenes se producen estas lesiones y con el paso del tiempo y otros factores de riesgo, como la obesidad y el envejecimiento, se pone de manifiesto en etapas posteriores”. Además, muchas veces, los desgarros y otros daños en estos músculos no se ven a simple vista y pueden pasar desapercibidos. Por eso recomienda que, tras el parto, las mujeres vean a un especialista para trabajar el fortalecimiento de los músculos pélvicos.

La importancia de la fisioterapia

El tratamiento principal cuando se sufren estas dolencias es rehabilitar la musculatura. Laura Arcas, fisioterapeuta especializada en disfunciones uroginecológicas, explica que el primer paso es saber el control que tiene la paciente sobre esos músculos y el grado de automatismo (la capacidad de contracción por sí solos) que conservan. También hay que evaluar el estado del abdomen porque trabaja en conjunto con el suelo pélvico, añade. En consulta trabajan la función de soporte (mantener los órganos pélvicos en su sitio), la continencia y la función sexual (las pacientes pueden ver perjudicada su capacidad para llegar al orgasmo y sufrir dolor durante las relaciones sexuales).

Una vez que conoce el estado de las mujeres, comienza el entrenamiento para aumentar el volumen de la fibra muscular. Si parte de esta fibra se ha roto ya no se puede recuperar, pero intentan fortalecer las que quedan sanas. “Si el resto suplen a la que está rota y consiguen hacer bien su función, puede compensarse el daño”, apunta Arcas. En los casos en los que estos ejercicios no sirven por sí solos, se emplean otras herramientas como la electroterapia, que aplica corrientes eléctricas a los músculos.

La fisioterapeuta advierte de que no se pueden prevenir los daños que sufre la musculatura pélvica durante el parto. Sin embargo, “si mantienen buenos hábitos, una buena hidratación, no fuman, tienen un buen estado físico, seguramente la dilatación sea mejor y el suelo pélvico se vea menos perjudicado”.

A este proceso hay que añadir, amplía, que el uso de herramientas durante el nacimiento, como fórceps y ventosas, aumentan la tensión a la que se somete la musculatura y el riesgo de desgarro. Antonio Cano, de Fundación INCLIVA, coincide y comenta que, si el acoplamiento de la cabeza del feto al canal del parto se produce progresivamente, se pueden reducir las lesiones.

[Las disfunciones de suelo pélvico] A menudo impiden a muchas pacientes participar en diversas actividades debido a la incomodidad y la vergüenza que sienten

Pamela Duran, bioingeniera de la Universidad de California

Si la rehabilitación no funciona, se puede recurrir a otros tratamientos, incluso la cirugía. En el caso de prolapso, por ejemplo, Irene Díez, de la SEGO, expone que se utilizan unos dispositivos que se ajustan a la fisonomía de cada mujer y mantienen los órganos pélvicos en su sitio. Si hay que pasar por quirófano, Cano cuenta que hay dos opciones: se pueden extirpar directamente los órganos prolapsados, o se pueden fijarlo a una estructura más alta.

También hay opciones quirúrgicas para tratar la incontinencia, pero, en cualquiera de los casos, Arcas avisa de que la fisioterapia debe estar presente. “Si no pasa por un fisioterapeuta, el resultado será negativo porque la musculatura no va a recuperar su función”.

Irene Díez, de la SEGO, y Pamela Duran, la autora principal de la investigación, coinciden en el peso de estas patologías en el día a día de las mujeres. “La incontinencia te puede condicionar mucho la calidad de vida porque cambias tus hábitos de comportamiento”, manifiesta la ginecóloga. La bioingeniera destaca lo estigmatizados que están estos problemas. “A menudo impiden a muchas pacientes participar en diversas actividades debido a la incomodidad y la vergüenza que sienten”.

Pamela Duran, la autora principal, defiende el papel de su trabajo dentro de la investigación de nuevos enfoques en medicina regenerativa. Asegura también que los resultados obtenidos con el hidrogel que han desarrollado, su bajo coste y que se aplique de forma mínimamente invasiva, justifican su utilización clínica. De momento, el siguiente paso es continuar la investigación en otros modelos animales antes de poder comenzar los ensayos en mujeres, algo que aún está lejos. Cano, de INCLIVA, destaca que hasta ahora no existía una opción como esta. “[Los investigadores] Han conseguido que sea una realidad en un modelo animal”.

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