Sin apenas comida ni agua, sin electricidad para cargar sus equipos, sin internet y bajo la amenaza constante de los bombardeos del ejército israelí, los periodistas locales de Gaza son las únicas voces que narran el conflicto desde dentro de la Franja. El asedio total decretado por el Gobierno de Benjamín Netanyahu, después de que el día 7 Hamás lanzara un ataque sin precedentes contra Israel, ha impedido la entrada tanto de la prensa internacional como de la israelí, lo que provoca que Gaza esté “al borde de un apagón informativo”, denuncia Reporteros Sin Fronteras (RSF). Pero las bombas también están silenciando a los informadores. La campaña de ataques aéreos del ejército israelí contra la Franja ha causado la muerte de más de 6.500 personas, entre ellas, una veintena de periodistas, y ha destruido o dañado unos 50 medios de comunicación del enclave palestino, entre los miles de infraestructuras afectadas.

Hossam B es un periodista gazatí que no quiere dar su verdadero nombre para protegerse y respetar las consignas de seguridad del medio para el que trabaja. Es uno de los 50 reporteros que, según calcula RSF, han tenido que “abandonar precipitadamente sus hogares en la ciudad de Gaza” por las órdenes de evacuación israelí. Lleva ya más de una semana en el sur de la Franja junto a su esposa, que tiene problemas de salud que se agravan en situaciones de estrés, y cuatro hijos. “He visto ya unas cuantas guerras en Gaza, pero nunca he llorado tanto como estos días, mientras trabajo”, dice, en una conversación telefónica con este diario al final de una extenuante jornada de trabajo. “No es como nada que hayamos vivido antes, nadie está seguro. Es tan injusto… Solo quiero contar la verdad, como periodista que soy, para que alguien pare esto ya y nuestras familias se puedan salvar”, añade, agotado.

Según los casos confirmados por RSF, al menos 10 periodistas han muerto mientras cubrían el conflicto y otros nueve han perdido la vida como consecuencia de los ataques israelíes. El miércoles, la cadena Al Jazeera informó de que la familia —esposa, hijo, hija y nieto— de uno de sus corresponsales en Gaza, Wael Dahdouh, murieron en un bombardeo. Se habían desplazado desde el norte de la Franja a Nuseirat, en el centro, después de que Israel avisara a los residentes de que abandonaran la zona ante una inminente incursión terrestre. También perdieron la vida el miércoles, por otro ataque aéreo israelí en el sur del enclave palestino, la hermana del periodista Mohammed Farra, que se encontraba trabajando en Ramala (Cisjordania), así como el esposo de esta y sus dos hijos.

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El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) eleva la cifra total de informadores fallecidos a 24 (20 palestinos, tres israelíes y un libanés). “La cifra es similar a todos los periodistas muertos en Palestina durante los últimos 10 años”, condena Edith Rodríguez Cachera, vicepresidenta de RSF España. La última víctima confirmada, Mohammad Baalouche, director del canal de televisión Palestina Hoy, fue “asesinada” en un ataque selectivo contra su domicilio en Gaza, denuncia esta organización internacional de periodistas.

“Peligros exponenciales”

Sherif Mansour, coordinador del Programa de Oriente Medio y Norte de África del CPJ, denuncia que los periodistas locales palestinos “son los ojos de lo que está ocurriendo sobre el terreno, pero se enfrentan a peligros exponenciales, incluyendo no solo los ataques aéreos, sino también una posible incursión terrestre”. Muchos de ellos “han perdido sus hogares y sus familias, han tenido que huir al sur, donde siguen corriendo un gran peligro cuando trabajan, y donde no tienen acceso ni a ordenadores ni a internet” para realizar su labor informativa, continúa.

Tampoco pueden recibir ayuda desde el exterior como consecuencia del bloqueo, que Israel mantiene desde 2007, apunta Rodríguez Cachera. “No se les puede hacer llegar baterías solares para suplir la escasez de electricidad, que es lo que se usa en zonas de conflicto, ni se les puede equipar o evacuar, como sucedió con los periodistas afganos [tras el regreso de los talibanes, en agosto de 2021]”, añade.

Un periodista palestino consolaba a su sobrina herida en un ataque israelí, el domingo en un hospital de Deir al Balah, en la franja de Gaza. Ali Mahmoud (AP)

Estas son, precisamente, las condiciones en las que Hossam B tiene que desempeñar su oficio. “Estamos trabajando en nuestra tierra y tenemos dos deberes: uno con nuestra gente y otro con nuestra familia. Yo lo vivo en ese orden. Salgo a trabajar y hago todo lo posible para transmitir la verdad de lo que está sufriendo nuestra gente. Y también dedico parte del día a intentar tranquilizar y mantener a salvo a mi familia”, explica. “Porque cuando ves todos los días niños muertos, familias enteras sepultadas bajo las ruinas o madres de familia heridas que terminan falleciendo, solo piensas en los tuyos. Basta un segundo para que tus hijos sean esos niños muertos”, agrega. Si en algún momento, Egipto permitiera la salida de gazatíes o este reportero pudiera beneficiarse de una evacuación, no está seguro de si aprovecharía la oportunidad. “Es una pregunta difícil. Haría todo para poner a salvo a mi familia, pero yo no sé si me iría o me quedaría trabajando. Honestamente, no lo sé”.

Ejercer como periodista en cualquier conflicto internacional es complejo, pero, según Mansour, en el caso concreto de Gaza han detectado una presencia cada vez menor de periodistas y medios internacionales. “Muchos, por el riesgo que conlleva porque en otras guerras de Gaza ya fueron bombardeadas las instalaciones de otros medios de comunicación”, como Al Jazeera. Precisamente, el Gobierno israelí intenta ahora prohibir el canal catarí con una norma de emergencia que le permitirá cerrar medios de comunicación cuyas informaciones “dañen la seguridad nacional”. Y continúa: “Es muy arriesgado, especialmente tras el asesinato de la prominente periodista palestina-estadounidense Shireen Abu Akleh [por disparos de las fuerzas israelíes, según la ONU, en mayo de 2022 en el norte de Cisjordania], una muerte por la que nadie tuvo que rendir cuentas”.

Un periodista sujeta un chaleco antibalas manchado de sangre que pertenecía al reportero palestino Mohammed Soboh, quien murió junto con otros dos compañeros cuando un misil israelí alcanzó un edificio donde estaban informando en Gaza, el día 10.
Un periodista sujeta un chaleco antibalas manchado de sangre que pertenecía al reportero palestino Mohammed Soboh, quien murió junto con otros dos compañeros cuando un misil israelí alcanzó un edificio donde estaban informando en Gaza, el día 10. STAFF (REUTERS)

En otros momentos álgidos de este conflicto, como la ofensiva israelí en Gaza de 2014, la más cruenta de los últimos años, en la que fallecieron más de 2.200 palestinos, sí había periodistas extranjeros dentro de la Franja. En este caso, los dos pasos que podrían dar entrada a la prensa internacional, uno en el norte, desde Israel, y otro en el sur, desde Egipto, están cerrados. Nadie entra ni sale de Gaza desde el día 7, salvo los contados camiones de ayuda humanitaria que han pasado en los últimos días.

Otras formas de represión

La represión contra el periodismo también “adopta otras formas”, además de los ataques directos contra la vida de reporteros y fotógrafos, recuerda RSF. Según el Sindicato de Prensa Palestino, medio centenar de medios de comunicación han sido destruidos total o parcialmente en Gaza, entre ellos, 24 “emisoras de radio” que emiten por aire o por internet, que son “una de las principales fuentes de información de la población local”, explica Rodríguez Cachera. “Decenas de estos medios estaban agrupados en grandes torres en la ciudad de Gaza, que estuvieron entre las primeras en ser bombardeadas” por Israel, agrega Mansour. Además, los bombardeos destruyeron una tienda de campaña provisional que albergaba a equipos de France Presse, Reuters, BBC y Al Jazeera en el sur de la Franja, sin causar heridos, añade RSF.

La presión también recae sobre quienes ejercen el periodismo fuera de la Franja. Tres periodistas de la BBC fueron retenidos a punta de pistola por un policía israelí cuando se dirigían a su hotel en Tel Aviv. Y en Jerusalén, Ahmad Darwasha, corresponsal de Al Araby TV, fue amenazado e insultado durante una emisión en directo por otro policía israelí. “Espero realmente que digas cosas buenas”, le espetó cuando el reportero le explicó que estaba contando lo que “había dicho el portavoz” de las Fuerzas Armadas israelíes. Y concluyó, mirando a la cámara: “Asesinos, asesinos… Gaza debería ser convertida en polvo”.

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