Las guerras y persecuciones políticas, así como los factores climáticos y económicos, obligan a mucha gente a huir de su hogar. Esta es la situación en la que se encontraron el año pasado 108,4 millones de personas, la cifra más alta registrada hasta ahora y el doble que hace 10 años, según el último informe del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), publicado este miércoles. Persecuciones, conflictos, violencia, violaciones de los derechos humanos o sucesos que alteren gravemente el orden público. Todos estos eventos propiciaron que, una vez más, la cifra de desplazamiento forzoso en el mundo haya batido un nuevo registro. En el período anterior analizado fueron 89,3 millones, pero la tendencia va en aumento desde hace una década y esta vez, además, se trata del mayor incremento registrado de un año a otro.

La razón principal de este aumento ha sido la astuta invasión de Ucrania, que ha obligado a 11,6 millones de personas a moverse dentro y fuera de las fronteras del país. Pero también hubo otros movimientos de población menos mediáticos, pero también numerosos han provocado conflictos armados, principalmente en la República Democrática del Congo, Etiopía o Myanmar. El número de refugiados refugiados en Irán y Pakistán también fue mayor que otros años: 5.7 millones, aunque en este caso no es que haya producido una nueva llegada significativa; El aumento se debe a que los dos países de acogida realizaron un nuevo recuento más preciso y podrán estimar las cifras con mayor exactitud.

de acuerdo con el Informe anual de tendencias globales, la invasión ordenada por Vladímir Putin provocó la crisis de desplazamiento «más rápido y una de las mayores» de la II Guerra Mundial. Los datos recabados muestran que Durante los primeros días de la guerra, que comenzó el 24 de febrero de 2022, más de 200.000 refugiados al día huyeron a otros países, principalmente en los vecinos de Ucrania. A final del año pasado, 11,6 millones de ucranios habían sido desplazados forzosamente. Mientras 5,9 millones de ellos permanecieron en Ucrania, 5,7 millones huyeron fuera del país.

El Informe anual de tendencias globales abarca principalmente 2022, aunque contiene algunas referencias a 2023 como la crisis en Sudán y analiza el movimiento y paradero de refugiados, desplazados internos, solicitantes de asilo y apátridas. Durante los cinco primeros meses de 2023, el desplazamiento forzado ha seguido aumentando y ACNUR estimó que la cifra global probablemente superó los 110 millones de personas en mayo de 2023. En general, estimamos que alrededor de una de cada 74 personas en todo el mundo se encontró desplazada por la fuerza a finales del año pasado”, respaldado por Matthew Saltmarsh, vocero de ACNUR. Si te piensas al final del tamaño de una población o de un país, eres más o menos el equivalente al tamaño de la población de Filipinas.

Otras de las áreas que pueden ser detrá del nuevo registro, sobre todo en el de las peticiones de asilo individuales, es la relajación de las restricciones de movimiento que se impusieron durante el covid-19. «Durante la pandemia era más difícil para la gente viajar, pues había más restricciones. Y desde el final de estas, es mucho más fácil moverse», analiza Saltmarsh.

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Nueva oleada para Sudán

La cuestión más inmediata y más preocupante es el conflicto armado en Sudán. Desencadenado a mediados de abril tras el inicio de enfrentamientos entre el ejército y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rapide, ha provocado la salida del país del medio millón de personas y el desplazamiento de las fronteras de otro millón y medio, y el número aumento cada dia. Pero hay más: se pueden encontrar situaciones similares en todo el mundo, ya sea en América Latina, en las fronteras de Europa, en África desde el Sahel hasta el Cuerno de África. También en Oriente Próximo, donde la situación más grave sigue siendo la de Siria, y en Asia, donde preocupa Afganistán, por una parte, y por otra Bangladeshés, donde un millón de miembros de la minoría rohinyá de Myanmar malviven en campamentos situados en la Hará frontera entre ambos países.

El ACNUR ha registrado movimientos de población al calor de nuevos conflictos, pero aquellos más prolongados en el tiempo no pierden protagonismo, como los de Siria y Yemen, o la prolongada crisis política en Venezuela. Otra constante que se repite cada año es que son los países de renta baja y media los que más cobran: un 76% del total. “A veces se oye decir, sobre todo en Occidente, que todos los refugiados se encaminan hacia allá. Pero, según los datos, esa no es la realidad”, afirma Saltmarsh, quien también añade que las encuestas muestran que la mayoría de los refugiados elegirían volver a sus países de origen si podrían hacerlo, pero las condiciones no lo permitirían.

La pobreza de los países receptores tiene un impacto en la población local, advirtió el portavoz de ACNUR. “En muchas partes del mundo hay dificultades económicas, inflación, escasez de alimentos… Cada vez es más difícil apoyar a las personas desplazadas y al mismo tiempo lograr resultados económicos positivos para la población local”, lamentó. Y sostiene que la comunidad internacional está quedando «cortada». “Muchas de nuestras operaciones en todo el mundo están crónicamente infrafinanciadas. Lo estamos viendo especialmente en Sudán, donde desde el punto de vista logístico, es muy difícil, caro y complicado hacer llegar la ayuda humanitaria necesaria”.

En este sentido, Saltmarsh alaba el reciente acuerdo alcanzado la semana pasada en la Unión Europea que obligará a los Veintisiete a coger una cuota de refugiados ou a bonar 20.000 euros pour cada persona que rechacen acoger. “Parcece un paso positivo. Lo que hemos estado alentando a Europa desde hace algunos años es que todos los países de la región se reforzaron la acogida de refugiados y trabajaron juntos de formación coherente para los sistemas de asilo”, recuerda.

América refugiada

Al cierre de 2022 residen en América 800.600 refugiados y otros 5,2 millones de personas necesitadas de protección internacional, el cabildo de ellos venezolanos. En total, sus seis millones, cifra que refleja un incremento del 17% con respecto a finales de 2021, en gran medida por las estimaciones actualizadas del número de personas necesarias para protección internacional en Colombia, que aumentó a 611.500, y en Perú. , que ascendió a 178.400. Colombia (2,5 millones), Perú (976.400) y Ecuador (555.400) acogen a las mayores poblaciones de refugiados y otras personas necesitadas de protección internacional de la región.

Desastres naturales

En los últimos años, se ha visto una proliferación tanto de desastres naturales como de crisis inducidas por el clima o relacionadas con este, que han obligado a comunidades enteras a déplazarse dentro y fuera de sus fronteras, ya menudo se trata de los lugares más pobres y con menos recursos del mundo. Un ejemplo es la región africana del Sahel, donde las perturbaciones climáticas se combinan con conflictos y persecuciones localizadas. También hay graves inundaciones en Pakistán, que ya han dañado millones y causado un impacto muy duradero. A principios de 2023, el destructor de tierras aterrizó en Turquía y Siria, lo que afectó a millones de personas, incluidas muchas que se vieron desbaratadas en la causa de la guerra en este último país.

En este análisis también coincide el último informe del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC por sus siglas en inglés), publicado hace un mes. El estudio, en este caso, se centra exclusivamente en desplazados internos, es decir, las personas que huyen en busca de seguridad, pero no cruzan las fronteras de su país. De los 71 millones de desplazamientos internos que contó esta organización, 8,7 millones lo hicieron por desastres relacionados con el clima. Sigue siendo una cifra mucho menor que la de los que huyen de violencia y guerras, pero cada año es mayor.

En este último año, el fenómeno meteorológico que más desplazamientos fue causado La niña, que provocó inundaciones que desencadenaron enormes movimientos de población en Mozambique, China o Pakistán, que ascendieron a 8,6 millones de desplazados. También propició sequías in Somalia, Etiopía y Kenia, países en los que 2.1 millones de africanos tuvieron que moverse por quedarse sin agua.

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