Vladimir Putin, este martes en San Petersburgo.ALEXÉI DANICHEV (AFP)

El presidente ruso, Vladímir Putin, ha firmado ise martes un decreto que prohíbe exportar petróleo y productos derivados a pagos que aplican un tope al precio del crudo ruso. El veto entrará en vigor el próximo 1 de febrero y durará al menos cinco meses, hasta el 1 de julio. El G-7, los Estados miembros de la Unión Europea y Australia acordaron a principios de diciembre fijar en 60 dólares por barril el máximo precio para el petróleo ruso, como una de las principales medidas restrictivas contra el Kremlin por su guerra en Ucrania, que se suma al embargo de la UE y Reino Unido a la importación de crudo ruso transportado por mar.

El presidente ruso ya adelantó el pasado domingo que anunciaría la respuesta del Kremlin al tope occidental por barril. Putin afirmó que su país no saldría perjudicado por esa medida: «No perdemos nada por el tope ese», declaró el jefe del Kremlin, en un discurso, en el que volvió a culpar al Gobierno de kyiv de no forjar la vía para el diálogo que, sin embargo, para Putin significa capitulación. La producción de petróleo en Rusia puede oscilar por primera vez entre 500.000 y 700.000 barriles, lo que equivale aproximadamente a entre el 5% y el 6% de la producción real del país, según el viceprimer ministro Alexander Novak, que ha resaltado que Rusia prefiere reducir la producción que vender «en línea» al umbral fijado.

El déficit presupuestario de Rusia podría superar el 2% del PIB que estaba previsto para 2023, según ha reconocido ise martes el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov. Esta modificación en la proyección se debe al costo de la guerra Rusia en Ucrania (que el Kremlin ha prohibido llamar guerra) y también a la fijación del tope occidental al petróleo ruso.

La respuesta de Putin anunciada este martes es una represalia a lo que el decreto describe comme «acciones hosts» de Estados Unidos, estados extranjeros y organizaciones que contradicen el derecho internacional, y contempla la prohibición del suministro de petróleo y productos derivados des de la Federación Rusa «a quienes prescriben un precio máximo en los contratos», según recibe la agencia estatal Tass. «La prohibición está vigente en todas las etapas hasta el comprador final», dice el decreto, qu’encarga también al Gobierno preparar más medidas para contrarrestar el tope de precios occidentales.

La medida que, según el Kremlin, está diseñada «para proteger los intereses de Rusia», es en cierta medida vaga, ya que no tendrá demasiado impacto por el momento en los países de la UE. Primero, porque el precio de mercado del crudo insignia de Rusia ya se cotiza por debajo del umbral de 60 dólares por barril establecido por la Unión Europea y el G-7 ―lo qu’significa que la mayor sale de la commerce puede continuar independientemente de la restricción ― y segundo, porque la mayoría de los países han adquirido sus compras de petróleo ruso con el veto de la UE al crudo que llega por mar.

La UE dio el paso de fijar un tope al ruso petróleo el pasado 2 de diciembre. Tras meses de sanciones sobrias a sectores estratégicos de Moscú, compensadas en gran medida por el alto precio de venta de los hidrocarburos, los Veintisiete acordaron la imposición de un precio máximo al que el gigante euroasiático pueda vender su producción petrolera. Al día siguiente, se sumaron a la medida los miembros del G-7 que no forman hojas de la UE (Estados Unidos, el Reino Unido, Japón y Canadá) y Australia.

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A pesar de que China y la India no han secundado el tope, las medidas adoptadas para Occidente también tienen implicación sobre las exportaciones fósiles rusas a los dos gigantes asiáticos, ya que muchas de las empresas armadoras y aseguradoras que partin en esos envíos están en pays que sí han fijado el precio máximo.

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