[Les Français ont-ils mis à distance leur travail en un rien de temps, lors du confinement de 2020 ? Pourquoi l’ont-ils fait ? Ce sont les questions que posent deux sociologues : Maëlezig Bigi est maîtresse de conférences au Conservatoire national des arts et métiers, chercheuse au Laboratoire interdisciplinaire pour la sociologie économique et affiliée au Centre d’études de l’emploi et du travail. Elle travaille sur la reconnaissance et l’organisation du travail. Dominique Méda est professeure de sociologie à l’université Paris Dauphine. Elle dirige l’Institut de recherche interdisciplinaire en sciences sociales (Irisso) de l’université Paris Dauphine-PSL.]

Esta es sin duda una de las expresiones más mediáticas de los últimos meses: la relación con el trabajo ha cambiado. Los franceses ya no querrían trabajar. La «gran resignación» sería prueba de que un gigantesco movimiento de pereza se ha apoderado de nuestros conciudadanos. En este artículo, intentamos tomar una perspectiva larga para comprender lo que realmente ha cambiado en nuestra relación con el trabajo, volvemos a la importancia que los franceses le dieron al trabajo y maniobramos en la evidencia de que la cuestión central hoy es la de las condiciones de trabajo. . Nos arriesgamos así a que nuestros lectores tomen la medida de la grave crisis laboral francesa, lo que explica en parte la intensidad de las reacciones ante el anuncio de la ampliación de la edad legal de jubilación de 62 a 64 años.

1. ¿Son perezosos los franceses?

Una nota de 2019 (Goujard, 2019) comentando los resultados de la OCDE sobre el tiempo de trabajo (y volviendo a la idea de que los franceses serían los que menos horas dedican al trabajo por habitante) ha sido utilizado por algunos periodistas como nueva prueba de que los franceses son vagos y no les gusta trabajar, lo que confirma una teoría compartida y difundida desde hace mucho tiempo por ciertos economistas: la de la preferencia de los franceses por el ocio.

Es para probar esta teoría, y en particular la idea de que los jóvenes son los más afectados por esta epidemia de pereza –otro cliché del discurso querría que los jóvenes fueran especialmente reacios al trabajo, materialistas, incapaces de compromiso…– que En 2006 se puso en marcha un programa de investigación europeo que reunió bajo la dirección de Patricia Vendramin a seis equipos de investigadores de Francia, Italia, Bélgica, Hungría, Alemania y España (Dominique Méda, entonces directora de investigación del Centro de Estudios para el Empleo, estuvo a cargo de la parte francesa, con Lucie Davoine y Béatrice Delay).

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